¿Por qué los adolescentes son egocéntricos?
- Marilú Rodríguez

- 16 may 2021
- 2 Min. de lectura
Aunque muchas veces parezca flojo o desinteresado, el adolescente tiene conciencia del enorme desafío que tiene por delante: descubrir quién es él y encontrar la manera de ponerlo en práctica. Lo sabe porque por primera vez en su vida comienza a fijarse en cómo son los adultos que tiene a su alrededor, qué maneras de ser admira y cuáles detesta, qué estilos de vida le parecen atractivos y cuáles no y poco a poco empieza la pregunta acerca de sí mismo: “¿cómo soy yo?”, “¿qué vida quiero tener?”
Junto a semejantes preguntas hay pocas cosas que logren llamar su atención. No es que sea egoísta, no es que no quiera a nadie o que no se interese por las cosas de los demás. Es que la suya es una tarea muy relevante que le ocupa gran parte del espacio mental, le consume mucha energía y tiempo.
Podría compararse con una mujer que acaba de ser madre. Está dedicada el 99% del tiempo a esta novedad que involucra todo su ser: se siente distinta, su cuerpo ha cambiado y s el recién nacido le demanda su presencia y su dedicación. Al adolescente le pasa algo similar, pues él cambió y las preguntas surgen y deben ser contestadas.
Ahora piensa distinto a cuando era niño y está entusiasmado por poner en práctica esta nueva mentalidad. Nace algo así como un pensamiento mágico que le permite divagar sobre lo posible. Cuando era niño le preguntaban qué camión prefería, si el azul o el rojo y él contestaba uno de los dos. Ahora, ante esa pregunta, se le ocurren miles de alternativas diferentes y que no siempre son posibles de conseguir.
Por otro lado, el adolescente vive intensamente, entonces sus emociones no le dejan mucho espacio para otras preocupaciones. Si se enoja por algo, se pone de mal genio con todo el mundo. O si tiene un "cruz" que no le toma en cuenta, va a llorar la tarde entera escuchando música romántica. “Es un pensamiento que pareciera ser de todo o nada, porque está interferido por sus emociones, pero no quiere decir que no le importen los demás”, dice la psicóloga Ana María Rodríguez. La especialista advierte que esto es, precisamente, un criterio para saber cuándo la crisis normal que significa la adolescencia está pasando a ser algo anormal. Porque un adolescente normal sí es capaz de ponerse en el lugar del otro y cuidar a quienes quiere.
El adolescente simplemente espera que lo traten como a una persona normal. Que no le saquen las cosas sin pedirle permiso y que le pregunten su opinión como a los adultos. Quien lo trate como a un niño perderá autoridad, porque él sabe que no es un niño. Y sobre todo, que le tengan paciencia, pues muchas veces se siente abrumado con tantas emociones, ideas, preguntas y necesita tiempo y espacio físico y emocional.







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